La Maldición de Cruz Azul
- La Cascarita 10
- 1 jun 2021
- 5 Min. de lectura
Domingo 30 de mayo de 2021, por fin llegó el día de la gran final de vuelta del fútbol mexicano entre la Máquina Celeste de la Cruz Azul y el Santos Laguna de Torreón desde el mítico Estadio Azteca ubicado en la Ciudad de México. El cuadro de la Noria llegaba con un marcador favorable de 1-0 pues en la ida, el número siete Luis Romo, marcó el tanto que podía terminar una sequía, eso si todo salía bien.
Una mañana muy tranquila, poca movilización a los alrededores del estadio pues el partido se disputaba a las 20:15 horas. Sin embargo, los puestos de playeras, banderas, bufandas, gorras, entre muchas otras, comenzaban a arribar para acomodar todo y estar listos para el gran cúmulo de personas que asistirían. A lo lejos se escuchaba a los revendedores “¿le faltan, le sobran?” con precios que rondaban entre los 2000 hasta los 5000 pesos dependiendo la zona.
Daban las 14:00 horas, el cielo estaba nublado y Plaza Acoxpa (la más cercana al estadio) se empezaba a llenar de aficionados celestes con trompetas, tambores y bengalas azules que con el cántico tan característico ¡Azul! ¡Azul! ¡Azul!, invita a todos a unirse a la gran fiesta con la porra. Las personas que estaban comiendo en los restaurantes y comida rápida corrieron para asomarse y ver qué sucedía, pues cada que alguien pasaba con la playera de Santos, se llevaba la rechifla y uno que otro cántico recordándole a su respectiva madre.
Las puertas del estadio se abrieron a partir de las 17:15 horas, tres horas antes del inicio del partido, por lo que la movilización de los más de 1200 elementos responsables de seguridad pasaba en camiones para recibir al 25% del aforo permitido, aproximadamente 21,000 espectadores, recordar que la CDMX se encuentra en semáforo epidemiológico amarillo y se controla la asistencia para eventos masivos.

Días antes se mencionó que el protocolo sanitario consistiría en tomar la temperatura, desinfectar continuamente las manos con gel antibacterial y el uso de cubrebocas en todo momento. El problema fue que a la hora de llegar a la entrada principal las personas se topaban con una aglomeración impresionante en donde no había “sana distancia” ni el uso correcto del cubrebocas, parecía un partido normal del 2019.
A las 19:00 horas, salieron los aspersores del césped, la cancha se comenzaba a regar para que estuviera en un estado óptimo y así el balón pudiera correr más rápido. De pronto en las pantallas del estadio mostraron a Jesús Corona esperando a salir al campo, el público no dudaba ni un segundo en mostrarle su apoyo total, a lo que Chuy contestó con una sonrisa y levantando los dos pulgares arriba. Quince minutos después, salieron ambas escuadras al terreno de juego para calentar, entre chiflidos y abucheos al equipo de Torreón, porras y gritos al equipo local, Tláloc se hacía presente.
20:05 horas empezó a sonar la canción de la Liga BBVA MX, desplegando los escudos de ambos finalistas y apagando las luces del estadio por completo. Los jugadores caminaban a la cancha, la afición ansiosa gritando y mostrando su apoyo al cuadro cementero entre cohetes y pirotecnia alrededor del campo. Se entonaría el himno nacional mexicano, se hacía una sola voz y se cantaba a todo pulmón.
En la pantalla se empezaba a visualizar un contador que iba bajando 10, 9, 8, 7…, 3, 2, 1 y en punto de las 20:15 horas sonó el silbatazo que daba inicio a los 90 minutos que podían marcar historia en el futbol mexicano. Los primeros minutos del encuentro los aficionados metidos en su papel, abucheando a Santos cada que tocaba el balón y logrando imprecisiones en los jugadores. Pasaban los minutos y el ambiente se volvió a calmar, todos observaban que su Cruz Azul estaba muy tirado atrás, se notaba el nerviosismo en los aficionados.
Santos con presión alta buscando hacer un gol que empate el marcador global, ahogando a Cruz Azul y quitándole la bola, pero no logrando poner en aprietos al guardameta José de Jesús Corona. La insistencia del cuadro guerrero tuvo su recompensa al minuto 37 cuando Diego Valdés saca un fierrazo afuera del área con la pierna izquierda, colgando el balón en el ángulo sin posibilidad de que el capitán del Azul pudiera hacer algo.
Un baldazo de agua fría enmudeció a todo el estadio, los fantasmas de los últimos 23 años se hacían presentes y se podía observar a los aficionados tomándose la cabeza y el rostro sin poder creerlo. Un par de minutos más tarde la gente sabía que no podían dejar a su equipo por un gol, deciden apoyarlos cantando y gritando distintas porras hasta que llega el medio tiempo.
El arranque de la segunda mitad fue diferente, el director técnico Juan Reynoso hizo dos cambios de inicio, sacó a Orbelín Pineda y a Roberto “Piojo” Alvarado para que Yoshimar Yotún y Santiago Giménez ingresaran al campo. El primer aviso lo da Santi en un balón largo que peina Jonathan “Cabecita” Rodríguez para dejarlo mano a mano quitándose a Carlos Acevedo, mandando un centro que la zaga guerrera despeja. Se respiraba otro ambiente, sensaciones buenas para el cuadro azul.
Sin embargo, el segundo aviso hace rugir al Estadio Azteca como si estuviera lleno. El jugador celeste que ha participado en más del 50% de los goles de la Máquina en todo el torneo, “Cabecita” Rodríguez, definió con la parte interna en un contragolpe letal en el minuto 51. La afición celeste se siente más viva que nunca, el covid desapareció por un minuto, pues los aficionados chocaban las manos con quien encontraran, ¡Azul! ¡Azul! ¡Azul! Y la máquina sonando en las bocinas hacían retumbar el estadio.
La escuadra celeste siguió insistiendo para sellar el partido con un gol más, minuto 60 y Santi manda por arriba de la portería una jugada que traía peligro, pasan los minutos y los aficionados con el buen manejo de pelota que tiene Cruz Azul se sienten seguros y se les puede ver un tanto emocionados, sienten el título cerca. Santos no logra acomodarse con el nuevo planteamiento, no hay espacios y lo que logran encontrar son pelotazos al área sin peligro.
Los últimos minutos del partido se irían en una bronca provocada por Santi Giménez y Matheus Doria, se vaciaron las bancas, hubo empujones por todos lados y la afición metida en su papel gritándole de todo al equipo visitante. Todo terminaría con un par de tarjetas amarillas y un balón largo que lanzaría Acevedo al área, el cual se sintió como si estuviera arriba un minuto, lograría ser despejado hacia la banda y así el árbitro silbó el final del partido.
La afición celeste no lo podría creer, 23 años 5 meses y 23 días tuvieron que pasar desde su último campeonato en el invierno del 97, volaban todo tipo de artefactos, desde vasos con cualquier tipo de fluido, cajas de pizza, bufandas, lo que se encontraban a la mano lo lanzaban emocionados. La mayoría se abrazaba con sus conocidos, había lágrimas pues se habían quitado un peso de encima. Los jugadores corrían por todo el campo, otros hincados agradecieron a Dios, buscaban y mandaban besos a sus familiares en la tribuna. La tan ansiada novena copa llegó a sus vitrinas superando a León con sus 8 campeonatos.
No se movió ni una sola alma del estadio. Se empezó a presentar a los jugadores y cuerpo técnico uno por uno, con la hinchada aplaudiendo a sus héroes y la canción azul de Cristian Castro de fondo, hasta que llegó Jesús Corona. Le habla a otro referente, el “Cata” Domínguez levantan la copa y como si fuera 15 de septiembre, hay un sinfín de cohetes en la celebración. Al abandonar el estadio, la gente lloraba en los túneles, diciendo “vámonos al ángel” invitando a que más se les unieran.
En la calle sonaban los cláxones festejando, las banderas ondeando en distintos automóviles que ya se retiraban del estadio, gente corriendo y brincando emocionada. Un día que sin duda jamás olvidaran, tuvieron que aguantar burlas durante muchos años, pero bien dicen que no hay mal que dure 100 años.
¡Felicidades, Cruz Azul! Te lo mereces.

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